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Por José Gilberto Valdés
Esta mañana de domingo no será apacible para los brasileños.
No se trata del movimiento en una sala de samba, el disfrute de sus playas,
rascacielos y exuberante naturaleza o
hasta el hervidero en la precariedad de la favela.
En el gigante sudamericano se lleva cabo la segunda vuelta
de unas elecciones presidenciales que pueden decidir la continuación de políticas de trasformaciones económicas y
beneficio social o el retorno a la
“visión empresarial” en el futuro.
Numerosos medios de comunicación en el mundo aprecian que en
estos comicios es favorable la tendencia para la reelección de la presidenta Dilma Rousseff,
Partido de los Trabajadores (PT).
Ella ya ejerció su voto en un colegio electoral de Porto
Alegre, estado de Río Grande do Sul, según confirman Prensa Latina y
Cubadebate. Si abstraemos los resultados de varias encuestadoras, junto a ella,
más de CINCO de cada DIEZ brasileños estarían colocando en las urnas la
continuidad del rumbo en los proyectos para el bien de todos.
Los resultados de la campaña de Dilma contra la pobreza, se
reflejaban esta mañana en los reportes de periodistas (elmundo.es) sobre la
marcha de las elecciones en las favelas,
donde viven más de ONCE millones y medio
de brasileños que han mejorado su situación en los últimos años por el apoyo del
Gobierno, por lo cual la opción del opositor casi no existe en los acalorados
debates en las calles.
Su rival en las elecciones, proveniente de una élite
política neoliberal del Brasil, es Aécio Neves, del Partido de la Social
Democracia Brasileña (PSDB), que representa un paso atrás a la vista de muchos observadores,
politólogos y la población en general.
Sin dudas, en las urnas brasileñas se lleva a cabo una
“lucha de clases”, en la cual participan
CIENTO CUARENTA Y DOS millones de hombres y mujeres. ¿Cuántas boletas
estarán a favor de Dilma?
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