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jueves, 11 de septiembre de 2014

Un niño llamado Gerardo Antonio

Por José Gilberto Valdés
 Me siento tan orgulloso por los más pequeños de esta familia cubana como cualquier abuelo del mundo. La última generación está formada por  cuatro nietos, dos varones de mi hijo, enfermero del Servicio de Urgencias Médicas,  y dos hembras de la hija,  editora de la página Web del periódico ADELANTE, en la provincia de Camagüey.

Por esos días  pienso especialmente en el menor de ellos, de nueve años de edad, cuyo nombre compuesto Gerardo Antonio puede ser una idea  sencilla,  pero profunda en el pensamiento humano y solidario que caracteriza a los cubanos.


Puede uno de los habitantes de esta isla caribeña  ir a cualquier país a brindar la gota de sangre contra  la desigualdad y la injusticia social.

Puede también nuestro sudor empapar, desinteresadamente, la obra en remotos lugares del mundo.

Puede, igualmente, un profesional curar un enfermo allende a los mares.

Puede de la misma manera, allá, un maestro enseñar a leer y escribir, no importa la edad.

Puede  uno sentir en carne propia el sufrimiento de compatriotas que durante 16 años han sufrido la condena injusta en los Estados Unidos, un país que pretende ser paladín en la lucha contra el terrorismo.

Puede, sin embargo, trascender la historia común de un joven matrimonio que al inscribir a su hijo en el libro de nacimientos, asientan con callado orgullo: Gerardo Antonio.

¿Por qué?

Habían pensado en Gerardo Hernández Nordelo y en Antonio Guerrero Rodríguez, dos de los cinco patriotas cubanos que siendo jóvenes fueron encerrados en cárceles de los Estados Unidos  el 12 septiembre del año 1998, por monitorear y alertar en torno a las acciones de la mafia anticubana en La Florida.

Lo hicieron todo una mañana horrible
de un día doce, despertar violento.
Ni un solo paso hacia la sala oscura,
de donde vino el ruido, dio. !Al piso!-
dieron la orden con áspera amenaza
y con furor. No es sueño
es realidad decía
en su interior un eco


En una celda gris, como una fosa,
terminó todo aquello.
Y fue el instante
en que echó a andar el largo y cruel encierro.

(EN EL ARRESTO DE UN HERMANO, Antonio Guerrero Rodríguez, 12 de septiembre de 2011)
Según se ha reiterado en  cuanto escenario nacional e internacional ha sido posible que las condiciones de encarcelamiento severas, plagadas de obstáculos  para las visitas familiares, abogados, autoridades consulares y otras dificultades.  Ambos han enfrentado esos contratiempos con decoro, honor y valores revolucionarios, junto a sus compañeros Ramón Labañino, René González y Fernando González.

Para los padres de mi nieto menor es una manera sui generis de rendir homenaje a esos compatriotas que marcharon a las entrañas de Miami, para buscar información sobre las operaciones de grupos terroristas promotores y ejecutantes de agresiones contra Cuba.

Cuando se cumplen 16 años de la injusta prisión, pienso que hay razones suficientes  en el por qué mi nieto se llama Gerardo Antonio.

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