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martes, 13 de noviembre de 2018

Agramonte, el hombre de la camisa roja (+INFOGRAFÍA)

Por José Gilberto Valdés
En el ingenio El Oriente todavía existen estructuras de viviendas, cercas de piedras, barracones y la fábrica de azúcar que han retado el paso de los años. A una veintena kilómetros del poblado de Sibanicú, en reiterado paisaje de llanura del centro de la Isla, bordeada arboledas y pastizales para la ganadería, el lugar custodia una trascendental página de las luchas independentistas: el once de noviembre de 1868 Ignacio Agramonte Loynaz se suma al pequeño contingente de insurrectos camagüeyanos.

Al lugar perteneciente a la familia Luaces llega con una camisa roja rayada negro, junto a su hermano Enrique y un criado de la familia, según refiere Mary Cruz en su libro "El Mayor". Allí se encuentra con Eduardo Agramonte, al frente de uno de los pelotones que había organizado en Las Clavellinas, y a los bisoños soldados Ángel Castillo y Enrique José Varona.
Todos habían respondido al llamado de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, el 10 de octubre.
Antes de la fecha, el abogado de fuertes ideales revolucionarios había cumplido clandestinamente otras misiones  organizativas de la Junta Revolucionaria y en la recolección de  armas.
El bautismo de fuego de Agramonte fue el 28 de noviembre de 1968 cuando forma parte del contingente de jóvenes patriotas que protagonizaron la emboscada a un tren que se dirigía a Nuevitas con ochocientos soldados españoles con artillería comandados por el Conde de Valmaseda, en Ceja de Bonilla, en Minas. La táctica de guerrillas empleada en la primera acción armada tuvo su éxito a pesar de la falta de municiones, pues el enemigo dejó el tren abandonado y se retiró por el camino de San Miguel.
Salvador Cisneros Betancourt aclara «se portó Ignacio muy valiente y bien; en un principio rechazó a más de media docena de soldados que intentaron llegar hasta él, más habiendo sido herido levemente, su primo y concuño Eduardo (Agramonte Piña), muy al principio de la acción, dejó el campo para acompañarle y llevarle.»
En aquel día Ignacio vestía una camisa roja listada de negro «la que hubo de desechar por la insistencia del enemigo en el envío de sus balas al jefe que la llevaba y que por fortuna en aquella ocasión no lo alcanzaron»
¿Estaba preparado para la lucha? Cualquier afirmación sería especular en temas históricos, pero hay que tener en cuenta que durante sus estudios en Barcelona -apunta Mary Cruz una de sus biógrafas- el adolescente había presenciado realidades en una de las ciudades más progresistas de España, y por tal razón, ya en Cuba, sus puntos de vistas coincidían más con aquella mayoría de residentes en la Isla que se consideraba diferente al “español”.
En este patriota camagüeyano no puede apreciarse solo por sus acciones militares y organizativas, como la caballería temida por las tropas ibéricas, pues también sobresalió por sus dotes políticas en el enfrentamiento a Napoleón Arango y la propuesta de la metrópoli basado en reformas políticas; y la decisiva participación  en la Primera Constitución de la República en Armas (Guáimaro, 10 de abril de 1869)
 A partir del combate de Bonilla, a la edad de 27 años, Agramonte inició su ascenso militar que lo llevó a ostentar el grado de Mayor General del Ejército Libertador y ser uno de los principales líderes de la “Guerra de los Diez Años”.
“El Mayor, como lo conocía su tropa cayó en combate el quinto año de la guerra independentista, víctima de su patriótica osadía, cuando el 11 de mayo de 1873, organizaba el combate a una columna de soldados españoles en los potreros de Jimaguayú, al sur de la ciudad de Camagüey.

Fuentes:
“Combate de Bonilla”. Ecured
“El Mayor”. Libro de Mary Cruz. Edición Contemporáneos UNEAC. 1972
Blog El Lugareño.




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