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miércoles, 28 de marzo de 2012

Setenta y dos horas plenas de afecto a Su Santidad


Por José Gilberto Valdés

josegvaldes@gmail.com

Las calles y plazas de las ciudades de Santiago de Cuba, al oriente de la isla, y La Habana, la capital del pais, estuvieron abarrotadas de cubanos devotos de una pluralidad de credo religioso y no creyentes quienes propiciaron una respetuosa atención a la agenda de la visita de Su Santidad Benedicto XVI, en ocasión de los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre.

La versión digital del diario Juventud Rebelde afirmó que la leyenda de la lluvia estuvo presente como buenos augurios a la visita del “Peregrino de la Caridad”, desde la llegada a tierras cubanas en la tarde del lunes 26 de marzo, hasta la hora de partida hacia el Vaticano, hoy miércoles 28 de marzo.

En la ceremonia de bienvenida, Raúl Castro le anunció que Cuba lo recibía con afecto y respeto. Así lo pudo constatar el Papa en las multitudinarias misas celebradas en la santiaguera Plaza de la Revolución Antonio Maceo y en la capitalina que rinde homenaje a José Martí. Cada hora de su estancia estuvo matizada por la presencia de un pueblo orgulloso de su cultura, humanitario y defensor de la justicia. En los diálogos personales con el Presidente cubano y el líder histórico de la Revolución Fidel Castro.

Minutos antes de abandonar la Mayor de las Antillas, en horas de la tarde de hoy 28 de marzo, Benedicto XVI expresó: Me llevo en lo más profundo de mi ser a todos y cada uno de los cubanos, que me han rodeado con su oración y afecto, brindándome una cordial hospitalidad y haciéndome partícipe de sus más hondas y justas aspiraciones.

A nosotros nos dejo el espíritu de comprensión de los objetivos de nuestro proyecto social, que no es perfecto pero si perfectible, y el valiente respaldo contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto durante más de cincuenta años por Estados Unidos contra Cuba.

Catorce años después de la visita de Juan Pablo II, otro máximo representante de la Iglesia Católica palpa durante 72 horas el verdadero quehacer del pueblo cubano y la esperanza en el futuro de su vida, de la familia y de su patria.

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