Por José Gilberto Valdés
Una expresión latina (El Señor sea con vosotros) no olvidada desde cuando muchacho asistía a una escuela católica de artes y oficios, conducida por padres salesianos. Con el pasar de los años y cambios en el pensamiento, la he repetido en corteses encuentros con cubanos religiosos y de otros países, incluso sacerdotes.
En ese sentido he tenido a dos paradigmas, Fidel Castro y el fraile dominico Frei Betto. En 1985 se publicó el antológico libro Fidel y la Religión, del cual se afirma “quitó el prejuicio de los comunistas y el miedo de los cristianos, creó puentes en dos orillas de un mismo río”.
Hoy, creyentes y no creyentes de la isla caribeña se aprestan para recibir respetuosamente a Su Santidad Benedicto XVI, en un contexto de transformaciones para mejorar a la sociedad socialista, humanista, soberana.
Entre el 26 y el 28 de marzo, nos visitará el máximo representante de la Iglesia Católica, quien no acepta las presiones económicas de Estados Unidos que durante más de 50 años han creado contratiempos al pueblo cubano.
Pese a las dificultades por el bloqueo imperialista, el Papa Benedicto XVI no encontrará niños sin acceso a la educación o a los servicios de salud. Tampoco hallará gente abandonada a labrar sus propios destinos, discriminada por color de la piel o credo religioso. Más bien, conocerá de cerca a un pueblo al que no le sobra nada pero lo comparte todo con los pobres de la tierra.
El Papa cumplimenta una invitación del Presidente de los Consejo de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro y de la Conferencia Episcopal Cubana, de Obispos Católicos de Cuba.
El Santo Padre será recibido con hospitalidad. Dominus vobiscum, Benedicto XVI.
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