(Foto archivo tomada de Radio Rebelde) |
Por José Gilberto Valdés
Mientras en muchos lugares del mundo el tema de los derechos humanos
resulta una demanda a las autoridades gubernamentales, en Cuba cada 10 de
diciembre es un Día de fiesta nacional.
Es innegable la obra de
la Revolución, encabezada por el Comandante en Jefe Fidel Castro para
establecer en la Mayor de las Antillas la plena igualdad y respeto a la
dignidad de las cubanas y cubanos, sin distinción de color de la piel, el sexo
o el credo.
Sobran ejemplos en el país como el desarrollo de programas de
salud, educación, investigaciones científico-técnicas en función del bien para
todos, cultura, deportes y otros aspectos del acontecer económico y sociales,
pese a las presiones del bloqueo económico de los Estados Unidos que intenta asfixiar
a nuestro pueblo.
Cierto es que nos perdimos nueve años de los beneficios de los Derechos Humanos,
desde que en 1950 la Asamblea General de las Naciones
Unidas decretó al 10 de diciembre como el Día de los DDHH, pues el pueblo
cubano estaba sometido a régimen de explotación que propiciaban los
gobernadores de turno, en especial la dictadura brutal, sangrienta y despótica de
Fulgencio Batista (1952 a 1958), quien llegó al poder por un golpe de Estado.
Según el economista
inglés Dudley Seers, la situación en 1958 era “intolerable era una tasa de
desempleo tres veces más elevada que en Estados Unidos. Por otra parte, en el
campo, las condiciones sociales eran malísimas
[…], víctima de enfermedades parasitarias y no se beneficiaban de un
servicio de salud. Se les negaba la instrucción (sus hijos iban a la escuela un
año como máximo)[…]. Una importante proporción de la población urbana también
era muy miserable”.
Hasta el propio
presidente norteamericano Kennedy denunció “Nuestro fracaso más desastroso fue
la decisión de darle estatura y apoyo a una de las más sangrientas y represivas
dictaduras en la larga historia de la represión latinoamericana. Fulgencio
Batista asesinó a 20.000 cubanos en 7 años –una proporción más grande de la
población cubana que la proporción de norteamericanos que murieron en las dos
guerras mundiales–[…], destruyendo cada libertad individual”.
Por tales razones,
insostenibles, se precipitó el
advenimiento de la Revolución Cubana. Como dice la canción popular “llegó el Comandante y mandó a parar” .
A
pesar de la ponzoñosa guerra mediática contra Cuba, como dueños de nuestros
destinos estamos empeñados en 44
compromisos de los 61 sobre derechos humanos, entre ellos fundamentales como el
derecho a la vida, a la salud, la educación y la cultura, como cimiento del
desarrollo personal y familiar.
Nuestro
crítico permanente, Estados Unidos, sólo ha suscrito 18 de los 61 instrumentos
internacionales establecidos de derechos humanos. Ni ha ratificado instrumentos
relativos a la mujer, los niños y los discapacitados, según destacan varias publicaciones y organismos
internacionales.
Los
vecinos de ese país más desarrollado del
mundo, por ejemplo en temas de salud, registran una mortalidad infantil del 6,1
por cada 1000 nacidos vivos, más alto que el de Cuba, que es del 4,7.
Los
cubanos no tienen necesidad de gastar un
solo centavo por beneficios integrales de la salud--el paciente no es una
mercancía o un cliente-- y más, comparten con satisfacción y orgullo los servicios
y conocimientos en todos los campos de la medicina con los pueblos menos
favorecidos del mundo.
Actualmente colaboran en el exterior más de 50
mil profesionales. Nuestras brigadas sanitarias están entre las primeras en
asistir a poblaciones perjudicadas por epidemias, huracanes, terremotos, donde multiplican
amor y respeto.
Existe
igualmente el apoyo para la preparación de médicos, enfermeros y técnicos en centros
educacionales de nuestro país.
Mucha diferencia
establece el sistema de gratuidad en la
educación de los cubanos y cubanas respecto a otras naciones, pues a pesar de las
limitaciones en medio siglo de bloqueo
económico, financiero y comercial, todos tienen derechos a acudir a un aula,
desde la enseñanza primaria hasta la universidad, con acceso a material de
estudio actualizado y docentes con una
destacada preparación.
Al igual que en la
salud, extendemos nuestras manos solidarias y un ejemplo elocuente es el
programa de alfabetización “Yo sí puedo”, gracias al cual millones de personas
han sido alfabetizadas en 30 Estados.
Como consecuencia de lo
que se hace en nuestro país por el derecho a la calidad de vida, permite a cada
cubano una esperanza promedio de 78 años de edad, cifra que coloca a la Isla entre las mejores 25 naciones en ese importante
indicador del progreso humano de una sociedad.
Se puede hablar mucho
más sobre el derecho al empleo, a la vivienda…,en fin a la dignidad del hombre,
que convierten al Día de los Derechos Humanos, en una jornada de satisfacción y
placer, extendida a los 365 días de cada año.
Fuentes:
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