Por José Gilberto
Valdés
En el presente 2016. A esta hora, en
varios sitios de La Habana, cientos de hombres y mujeres, entre oficiales,
sargentos y soldados, combatientes del Ejército Rebelde, internacionalistas, milicianos,
estudiantes de centros docentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del
Ministerio del Interior, perfeccionan los pasos de infantería, la marcha en
bloques alineados y compactos. Todos los elementos organizativos se conciertan
para el desfile del dos de enero del 2017, en ocasión del 60 aniversario de la
heroica sublevación en Santiago de Cuba y del Desembarco de los expedicionarios
del Granma, Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
La jornada patriótica
del próximo lunes será otro masivo homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz-- fallecido el pasado 25 de
noviembre-- y a nuestra juventud heredera de sus prédicas en interés del futuro
y de las banderas del Socialismo. La fidelidad de los cubanos quedará ratificada,
además, con una Marcha del Pueblo Combatiente.
Cuánto leo y veo acerca
de este importante acontecimiento en la prensa escrita y televisión cubanas, han
rejuvenecido en la memoria las emociones y recuerdos del desfile militar en los
primeros días de diciembre de 1976, en
el cual desfilaron por primera vez combatientes internacionalistas.
Hace cuarenta años. De cierta manera discreta, se conformaba una sorpresa
para el Líder la Revolución Cubana con la presencia de dos batallones de internacionalistas, integrados en su mayoría
por reservistas que por voluntad personal combatieron desde noviembre de 1975 para
defender la naciente República Popular de Angola frente a los invasores zairenses,
por el Norte, y sudafricanos, por el
Sur, además de enfrentar a grupos fantoches, conjurados por los Estados Unidos.
A finales de marzo,
la Operación “Carlota” organizada por Cuba, tenía sus primeros resultados
cuando las últimas tropas del apartheid abandonaban suelo angoleño.
En octubre de 1976,
ya de regreso en la Patria y reintegrado al trabajo en el periódico provincial ADELANTE,
me seleccionaron junto a otros camagüeyanos para el bloque de
internacionalistas que desfilaría el 2 de diciembre por la Plaza de la
Revolución “José Martí”. Con decenas de libras menos de peso corporal y juventud
me ajustaba a los requerimientos adicionales de porte y aspecto militar para
esta nueva misión.
Los organizadores del
desfile insistían, una y otra vez, que nuestra presencia era una sorpresa
preparada para el Comandante en Jefe. Incluso los participantes nos reunimos con
Fidel para presentar los nuevos uniformes y sistema de grados militares en un
acto del Coliseo de la Ciudad Deportiva. Vestidos con trajes de campaña, éramos
unos cientos más entre todos.
A medida que pasaban
los días, aumentaban las preocupaciones: ¿Cuál sería la reacción del pueblo ante
nuestra novedosa presencia en la revista militar por el “XX aniversario de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias”?
A los dos batallones se
nos preparó sicológicamente para la entrada a la plaza. Pasábamos marchando por
una larga pista en el campamento militar de Managua, en La Habana, y a ambos lados se situaban los
restantes bloques de compañeros y compañeras que aplaudían fuertemente, exclamaban
consignas, trataban de desviar nuestra atención… Hasta se grabaron para la
televisión los ejercicios preliminares.
No fue suficiente.
Nadie podría calcular
la magnitud de la algarabía del pueblo congregado el 4 de diciembre en la amplia
explanada habanera, cuando los altoparlantes anunciaron nuestros contingentes,
tras el bloque del Ejército Rebelde. Impresionó a todos observar la gigantesca figura de Fidel, avanzar hacia
el borde la tribuna, sonreír y aplaudir efusivamente. Pocos recordamos en esos
momentos los consejos de los entrenadores. Hasta un casco perdió la cabeza y
rodó entre los pies de quienes trataban a toda costa de mantener el paso de
infantería y porte militar.
La sorpresa fue para
nosotros por la extraordinaria manera en que se acogió nuestra participación en
el desfile militar.
Vísperas del 2 de enero de 20l7. Con la misma emoción de hace cuarenta años en la Plaza
de la Revolución “José Martí” me dispongo rejuvenecido en la memoria, a
apreciar a través de la televisión nacional el desfile del músculo armado de
los cubanos y armamentos de todo tipo,
junto a la Marcha del Pueblo Combatiente. No sentiremos la ausencia de Fidel, pues nunca
dejará de renacer en el presente y futuro de la Revolución, que defenderemos a
toda costa.
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