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viernes, 30 de diciembre de 2016

Aquella sorpresa para Fidel, o viceversa



Por José Gilberto Valdés
En el presente 2016.  A esta hora, en varios sitios de La Habana, cientos de hombres y mujeres, entre oficiales, sargentos y soldados, combatientes del Ejército Rebelde, internacionalistas, milicianos, estudiantes de centros docentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior, perfeccionan los pasos de infantería, la marcha en bloques alineados y compactos. Todos los elementos organizativos se conciertan para el desfile del dos de enero del 2017, en ocasión del 60 aniversario de la heroica sublevación en Santiago de Cuba y del Desembarco de los expedicionarios del Granma, Día de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

La jornada patriótica del próximo lunes será otro masivo homenaje al Comandante en Jefe  Fidel Castro Ruz-- fallecido el pasado 25 de noviembre-- y a nuestra juventud heredera de sus prédicas en interés del futuro y de las banderas del Socialismo. La fidelidad de los cubanos quedará ratificada, además, con una Marcha del Pueblo Combatiente.
Cuánto leo y veo acerca de este importante acontecimiento en la prensa escrita y televisión cubanas, han rejuvenecido en la memoria las emociones y recuerdos del desfile militar en los primeros  días de diciembre de 1976, en el cual desfilaron por primera vez combatientes internacionalistas.
Hace cuarenta años. De cierta manera discreta, se conformaba una sorpresa para el Líder la Revolución Cubana con la presencia  de dos batallones de  internacionalistas, integrados en su mayoría por reservistas que por voluntad personal combatieron desde noviembre de 1975 para defender la naciente República Popular de Angola frente a los invasores zairenses, por el Norte, y  sudafricanos, por el Sur, además de enfrentar a grupos fantoches, conjurados por los Estados Unidos.
A finales de marzo, la Operación “Carlota” organizada por Cuba, tenía sus primeros resultados cuando las últimas tropas del apartheid abandonaban suelo angoleño.
En octubre de 1976, ya de regreso en la Patria y reintegrado al trabajo en el periódico provincial ADELANTE, me seleccionaron junto a otros camagüeyanos para el bloque de internacionalistas que desfilaría el 2 de diciembre por la Plaza de la Revolución “José Martí”. Con decenas de libras menos de peso corporal y juventud me ajustaba a los requerimientos adicionales de porte y aspecto militar para esta nueva misión.
Los organizadores del desfile insistían, una y otra vez, que nuestra presencia era una sorpresa preparada para el Comandante en Jefe. Incluso los participantes nos reunimos con Fidel para presentar los nuevos uniformes y sistema de grados militares  en  un acto del Coliseo de la Ciudad Deportiva. Vestidos con trajes de campaña, éramos unos cientos más entre todos.
A medida que pasaban los días, aumentaban las preocupaciones: ¿Cuál sería la reacción del pueblo ante nuestra novedosa presencia en la revista militar por el “XX aniversario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias”?
A los dos batallones se nos preparó sicológicamente para la entrada a la plaza. Pasábamos marchando por una larga pista en el campamento militar de Managua,  en La Habana, y a ambos lados se situaban los restantes bloques de compañeros y compañeras que aplaudían fuertemente, exclamaban consignas, trataban de desviar nuestra atención… Hasta se grabaron para la televisión los ejercicios preliminares.
No fue suficiente.
Nadie podría calcular la magnitud de la algarabía del pueblo congregado el 4 de diciembre en la amplia explanada habanera, cuando los altoparlantes anunciaron nuestros contingentes, tras el bloque del Ejército Rebelde. Impresionó a todos  observar  la gigantesca figura de Fidel, avanzar hacia el borde la tribuna, sonreír y aplaudir efusivamente. Pocos recordamos en esos momentos los consejos de los entrenadores. Hasta un casco perdió la cabeza y rodó entre los pies de quienes trataban a toda costa de mantener el paso de infantería y porte militar.
La sorpresa fue para nosotros por la extraordinaria manera en que se acogió nuestra participación en el desfile militar.
Vísperas del 2 de enero de 20l7. Con la misma emoción de hace cuarenta años en la Plaza de la Revolución “José Martí” me dispongo rejuvenecido en la memoria, a apreciar a través de la televisión nacional el desfile del músculo armado de los cubanos y  armamentos de todo tipo, junto a la Marcha del Pueblo Combatiente.  No sentiremos la ausencia de Fidel, pues nunca dejará de renacer en el presente y futuro de la Revolución, que defenderemos a toda costa.

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