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viernes, 7 de septiembre de 2012

Todos los caminos del teatro cubano

Por José Gilberto Valdés

En la ciudad de Camagüey, en la región centroriental de la Isla, convergen los pasos de las mejores obras del teatro cubano en los dos últimos años.

La fiesta de las artes escénicas –entre el 7 y 15 de septiembre- parece reverdecer con nuevas propuestas a dramaturgos, actores y espectadores sumamente críticos que se aglomeran en las butacas de las salas o en las plazas públicas.

La primera distinción es que se dedique a Virgilio Piñera, en el año del centenario de uno de los más importantes dramaturgos antillanos del siglo anterior.

Otro de los elementos diferenciales en esta décimo cuarta edición es que ha dejado aparte la convocatoria competitiva, para dar paso a la opción del intercambio entre artistas y creadores, de manera que se fortalezca el conocimiento para enfrentar nuevos retos en la escena cubana.

La Agencia de Información Nacional ha citado las palabras de Freddy Núñez Estenoz, titular del evento, respecto al que el cambio coincide con la ausencia de premiación en la mayoría de los festivales teatrales de América Latina y el Caribe.

Por primera vez, según informaron los organizadores, el Festival Nacional de Teatro sale los predios de la capital provincial y extiende la programación de espectáculos a municipios de evidente economía industrial azucarera y agropecuaria como Vertientes, Sibanicú, Minas, Jimaguayú y Sierra de Cubitas, donde existe un potencial de admiradores de esta manifestación cultural.

En el enrevesado tramado de las calles de esta villa a punto de cumplir quinientos años, lugareños y visitantes podrán apreciar los rostros de queridos actores como Corina Mestre, Verónica Lynn, María Teresa Pina, Osvaldo Doimeadiós, y otros muchos representantes del quehacer de la escena cubana.

Cada dos años se celebra esta cita de lo mejor del teatro nacional, y en esta ocasión se seleccionaron 29 espectáculos de grupos teatrales de diez de las quince provincias de la Mayor de las Antillas.

Alguien dijo que habían comenzado ocho días inquietos para el teatro cubano.

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