Me
sorprendió el contenido de la llamada telefónica del
colega Alex, de Radio
Cadena Agramonte: preparaban un programa especial por el primer aniversario del fallecimiento de
Hugo Chávez y necesitaban el testimonio de mi hijo acerca de uno de los inusuales
pasajes de la colaboración médica en Venezuela.
Hoy,
temprano en la mañana, escuché el programa “Camagüey al día” y luego, conectado
a INTERNET leí el trabajo periodístico publicado en la página digital de esa
emisora radial. Para el padre y la madre fue un placer recordar con orgullo esos
acontecimientos, sobre los cuales conocimos detalles, por primera vez, en un
extenso correo electrónico. Hasta ahora la anécdota solo había formado parte de
conversaciones con amigos y familiares. Ciertamente, todas las glorias del mundo
caben en un grano de maíz.
A
continuación el reportaje de Alex López
Almaguer: Chávez en el corazón de un camagüeyano
A
veces resulta en extremo difícil resumir en pocas líneas algunas vivencias y
emociones, tal vez porque las palabras para expresarlas son insuficientes. Pero
el intento vale la pena, sobre todo, cuando se trata de un relato único e
inolvidable, como el de Gilberto Valdés Muñoz, enfermero intensivista que
cumplió misión en la hermana República de Venezuela.
Según
cuenta, su historia tiene otro protagonista: el líder de la Revolución
Bolivariana Hugo Chávez Frías, un hombre altamente sensible que hizo de todo
por su pueblo y aspiraba únicamente a reposar su vejez en los llanos
venezolanos junto a las aguas del rió Arauca.
Gilberto recuerda como si fuera hoy aquel 3 de diciembre del año 2010, en que
llovía constantemente en toda la nación suramericana. En esas condiciones su
equipo brindaba asistencia médica a los residentes en una zona rural llamada
Boca de Paira, ubicada al sur del Estado Miranda, donde quedaron totalmente
aislados del resto del pueblo y sin ningún tipo de comunicación casi 5 días.
Así lo relata:“Comíamos lo que los habitantes del lugar nos daban; era prácticamente imposible cruzar el rió por la fuerza de la corriente de agua.
“Para sorpresa nuestra al quinto día divisamos a lo lejos un helicóptero; ya un poco más cerca nos dimos cuenta que era de la guardia nacional, pero lo que no podíamos imaginar es que se trataba de una operación de rescate organizada por el propio presidente Chávez.”
Mientras hilvana cada uno de los recuerdos en su memoria, Gilberto Valdés Muñoz explica que ya en tierra firme Chávez estableció una comunicación telefónica con su brigada médica para estar seguro que él y el resto de los compañeros se encontraban a salvo.
“Ese gesto suyo, su preocupación, es algo que no podré olvidar nunca. Cuando escuchamos su voz nos emocionamos mucho; él nos preguntó si habíamos comido, si estábamos bien, parecía nuestro padre o un familiar cercano dándonos fuerzaa para continuar la misión”, confiesa.
“Entonces nos preguntó que si estábamos dispuestos a continuar el trabajo y con firmeza le dijimos que sí, que para eso éramos cubanos trabajadores internacionalistas”; evoca todavía hoy con intransigencia.
El camagüeyano Gilberto Valdés Muñoz, jefe del Sistema Integrado de Urgencias Médicas en Camagüey, quien vivió y compartió con los venezolanos, fue testigo de la sensibilidad que caracterizaba al presidente Chávez, un hombre que tenía oídos y palabras para todos.
“Pienso que su mayor carta de triunfo –opina Gilberto- era su honestidad; nunca se le escuchó decir falsas promesas. Al mismo tiempo era un hombre humilde; lo mismo conversaba con un niño que con un anciano en la calle. Eso lo hizo merecedor del cariño y la admiración de su pueblo, y también del odio de quienes estaban en contra de su proyecto social.”
A un año de la partida de Chávez, Valdés Muñoz recuerda también su valentía para enfrentar los problemas y su amor hacia el pueblo. En su opinión, el mayor legado que les dejó a los venezolanos y a Latinoamérica toda es “la perseverancia y el deseo de vivir, porque aun sabiendo que estaba delicado de salud, no descuidó la conducción del país, y hasta su último aliento sacó fuerzas para encausar el destino de la nación”.
Sin dudas, la principal herramienta del presidente Hugo Chávez en su batallar contra la pobreza fueron las misiones sociales, programas especiales financiados por el Estado para atender las necesidades urgentes de la población en varias áreas, como la salud, la educación, la alimentación, la formación laboral y la vivienda.
Quienes tuvieron el privilegio de haber estado alguna vez cerca de Chávez, sienten que no ha muerto, que vive en su pueblo, porque nunca tuvo la intención de apagarse y también porque se eternizó en el corazón de hombres y mujeres de todo el mundo. Uno de ellos, es el de Gilberto Valdés Muñoz. (Fotos: Cortesía del entrevistado)
Con unos padres como ustedes, con el ejemplo que desde pequeños nos enseñaron y que todavía nos dan que hijo no va a salir así. Yo estoy muy orgullosa por ustedes y por el eso lo saben y ahora lo saben todos mis amigos. Los quiero mucho .Y el domingo a festejarrrrrr o a guaracharrrrrr
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