Fidel Castro calificó a Hugo Chávez como "el mejor amigo que tuvo el pueblo cubano a lo largo de su historia". |
Por José Gilberto Valdés
Hugo Chávez es tan
venezolano como hijo de la Patria Grande, del Río Bravo a la Patagonia, a la
que como hacedor de sueños visionó unida, soberana y reivindicada la suerte de los
pobres de la tierra.
Hace
doce meses, con 58 años de edad, cerró sus ojos pero abrió para siempre los
corazones de millones de hombres y mujeres al pensamiento bolivariano y
martiano. Su huella imperecedera queda
en la enseñanza de la manera de compartir las riquezas con los desposeídos.
La rebelión militar del 4 de febrero de 1992, en
Caracas, llamó la atención a los cubanos, quienes por esos años se debatían
prácticamente solos por la supervivencia de su proyecto socialista. No se
trataba de una intentona golpista para cambios de nombres en el gobierno de un
país rico en petróleo y sometido a la pobreza. Con la expresión “Por ahora…” al
cerrar ese capítulo histórico, Chávez se perfilaba como el defensor del
pueblo venezolano.
De cierta manera, seguimos los pasos ascendentes de uno
de esos imprescindibles hombres que luchan toda la vida, desde diciembre de 1994
- fecha del trascendental encuentro del soldado venezolano con el Comandante en
Jefe Fidel Castro- hasta que en 1998 ocupó la casona de Miraflores, tras la
primera elección como Presidente de Venezuela, con uno de los mayores
porcentajes en la historia del país sudamericano.
A
partir de entonces, con su discurso revolucionario y un profundo proceso de misiones
y reformas políticas, económicas y sociales influyó notablemente en las masas
populares y en la gente de vergüenza de todo el mundo, mientras su nombre era
incluido con torpes rasgos en la “lista negra” de Washington, donde llegó el
clamor de los oligarcas que querían sostener el dominio de unos cuantos sobre
el abundante petróleo y otras riquezas.
Poco
a poco, los cubanos aprendimos a estimarlo como un hermano. Sentimos en carne propia los
acontecimientos del golpe de estado en abril del 2002 contra su proyecto
socialista, y otras malquerencias graves de los adversarios internos, como el
paro petrolero de finales de 2003 y principios de 2004.
La
obra revolucionaria de Hugo Chávez en más de veinte años continúa siendo un
dolor de cabeza para las fuerzas del
mal, pues sus acciones e ideas no se quedaron en la tierra venezolana, también
se extendió a otros pueblos, con la fundación de la Alianza Bolivariana Para
los Pueblos de Nuestra América y de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños.
A un
año de su desaparición física, los venezolanos defienden el legado del Chávez
nuestro frente a las pretensiones de sectores fascistas y la obscena guerra mediática para destruir una utopía
realizable.
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