Por José Gilberto Valdés
A la frase expresada
recientemente en TeleSur por el Presidente de Ecuador Rafael Correa sólo se ha
añadido la palabra yanqui. Sin dudas, es una
manera acertada de señalar quién es el apuntador en el escenario
político y económico de Latinoamérica.
Los actores principales son
las tradicionales oligarquías y los representantes de la derecha persistentes
en la idea de mantener el poder gubernamental que enriquezca cada día más sus
arcas.
En los papeles secundarios, ciertamente,
están los grandes medios de comunicación, para quienes solo existe la libertad
de expre$ión, convertida en un acorralamiento difamatorio contra quienes se
ponen al lado del pueblo y pretenden la correcta interpretación de la concepto democracia para todos.
Los títulos de las obras
teatrales dependen de las nuevas versiones de golpes de Estado en aquellas
naciones al sur del continente que han perdido los certificados de buena
conducta y “ponen en peligro” el
hegemonismo imperialista en el traspatio de los Estados Unidos.
Con mucho pesar, los
seguidores de corrientes de bienestar popular fueron espectadores de la
manipulada destitución del presidente paraguayo Fernando Lugo, por parte del
Congreso y el Senado dominados por partidos tradicionales.
Entre las cinco acusaciones contra
Lugo se encuentra la complacencia con la
agitación agrícola. Sin dudas, ese comportamiento resulta inaudito para congresistas
y senadores en una nación donde el 85 por ciento de las tierras está en manos
del dos por ciento de los propietarios.
Otros de los cargos de la
maniobra antidemocrática es el de fomentar
la lucha de clases por parte de un
gobernante considerado de izquierda moderada, que intentaba corregir la
desigualdad social y la pobreza.
La resurrección de los Golpes
de Estado en países latinoamericanos progresistas representa un remake de
viejos guiones de la administración yanqui, que sustituyen la violencia militar
por la desestabilización, terrorismo mediático y la destitución anticonstitucional.
Dos destacados investigadores
ecuatorianos, Íñigo Errejón y Alfredo Serrano, los definen como “golpe
blando”, que han sido fallidos en Venezuela 2002, Bolivia 2008 y Ecuador 2010 y
lamentablemente exitoso en Honduras 2009.
Los pueblos se saben de
memoria el guión hegemónico yanqui que arremete
contra los contextos de modelos sociales adscritos a la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América (ALBA). Es la hora de hacer realidad el
pensamiento de José Martí: “¡Los
árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete
leguas!”
(Con
información de Cubadebate y El Telégrafo,
Ecuador)
impecable artículo afirmando que en la parte del mundo que EEUU considera tonta, estamos bien despiertos y alertas. Abrazo.
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