Decenas de miles de voluntarios cubanos apoyaron la lucha por la soberanía angolana |
Por
José Gilberto Valdés
Muchas veces recuerdo aquella mañana del 26 de
marzo de 1976, en la que al regreso de
un vuelo de reconocimiento en una
avioneta por el suroeste de Angola comuniqué a mi jefe que al parecer no había
fuerzas enemigas en el camino por donde avanzaban nuestras tropas.
Pero
tenía algo más que decir, mientras el dedo índice recorría el mapa de vuelo: “… en la lejanía, fuera de los límites de
exploración, observé una larga hilera de polvo sobre la mata (bosque)…era muy
grande para ser manada de animales…se dirige al sur”.
La
posterior lectura del artículo “Operación Carlota”, publicado
por Gabriel García Márquez en la revista Tricontinental (1977), y otros textos
de referencia histórica, me ha hecho
pensar más de una vez si fui testigo, en aquel entonces, de una de las páginas victoriosas de la más prolongada y masiva misión militar internacionalista cubana, que
se extendió desde finales noviembre 1975 hasta mayo de 1991.
Para 350 mil voluntarios cubanos
que atravesaron el Atlántico, en aviones y barcos, son comunes los nombres de regiones angolanas
donde se libraron importantes combates como Quifangondo,
Benguela, Morros de Medunga, Catengue, Alto Balombo, Cassinga, Ebo, Calueque, Cangamba, Sumbe, Tchipa y Cuito Cuanavale.
El
inicio de la primera etapa (Noviembre 1975 a
marzo 1976) de la “Operación Carlota” transcurrió como un silencio a
voces. Cada semana era más intenso el movimiento de medios militares y tropas hacia puertos cubanos, mientras se apreciaba
un número inusual de barcos con nombres en español en la bahía de Luanda. Esa era la respuesta al
pedido de ayuda del Agostinho Neto, líder del Movimiento Popular para la
Liberación de Angola, ante la amenaza a la independencia de ese país africano.
El propio Secretario de Estado norteamericano Henry
Kissinger expresó al presidente venezolano Carlos Andrés Pérez: "Cómo estarán de deteriorados nuestros
servicios de información, que no nos enteramos de que los cubanos iban para
Angola sino cuando ya estaban allí".
La preparación y
traslado de los combatientes de las fuerzas regulares y de la reserva militar estuvo rodeada de una rara combinación de la
seriedad del acontecimiento político y bélico, junto a la alegría y orgullo de
quienes tenían el privilegio –esa es la definición adecuada- de ser
seleccionados para formar parte de las unidades internacionalistas.
Anécdotas
acerca del enrolamiento se pueden contar por miles. La gente hacia lo inimaginable
para incluirse entre los voluntarios que
marchaban a la guerra a diez mil
kilómetros de distancia de sus hogares y seres queridos.
Yo
tengo recuerdos personales: El hermano de un colega que subió a última hora al
barco y durante los meses de la misión la esposa le escribía cartas a mi nombre.
El grupo que aguardaba en el puerto de Nuevitas, para sustituir a cualquier
indeciso en el momento de ascender por la escalerilla. El pueblo que se aglomeraba
en las calles para saludar al paso de la columna de ómnibus de la operación
secreta. El contramaestre del buque que armó la algarabía en Luanda, porque unos estibadores de alguna manera habían conseguido uniformes verde
olivo y se incorporaron a los pelotones desembarcados.
En
la tierra angolana, incontables fueron las muestras heroicas y de altruismo de nuestros compatriotas. No
pocas las penas y lágrimas por los compañeros caídos en cumplimiento del deber
internacionalista. En la misión ofrendaron sus vidas 2077 cubanos.
Cuando
regresé en julio de 1976 pensé que todo había terminado con la retirada de los
agresores sudafricanos y la derrota de los fantoches de la UNITA (Unión
Nacional para la Integración Total de Angola) y el FNLA (Frente Nacional de
Liberación de Angola), además de los soldados zairenses y mercenarios.
Sin
embargo, durante más de quince largos años, en mayor o menor cantidad,
contingentes de militares y colaboradores civiles, hombres y mujeres,
ratificaron y fortalecieron los valores internacionalistas del pueblo
cubano con su apoyo a la soberanía de
Angola.
Se
cumplen 22 años de la culminación de la mayor campaña militar cubana. La rebelde
esclava africana, con cuyo nombre se denominó
la operación, puede sentirse orgullosa de los herederos de su vigor y valentía
cuando se sublevó contra la opresión española. La otra Carlota si consiguió la libertad
frente al racismo y colonialismo en tierras africanas.
(Con información personal del autor y
Cubadebate)
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