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lunes, 23 de abril de 2012

Me quiere…No me quiere… y dispara

Por Jose Gilberto Valdés
  

 En una llanura silvestre de Botswana, arrimado a un mítico árbol  baobab, un elefante arranca, uno a uno, los pétalos de una margarita, mientras entre colmillos susurra la seguidilla cursi: me quiere…no me quiere. Con asombro añade… y dispara.

 

 Un safari ese destino turístico del sur de África, puede ser trascendental para quienes poseen una bolsa abultada de monedas para este tipo de expediciones y para los familiares y allegados que admiran las fotos y trofeos de las cacerías.

Sin embargo, muy debatida, a favor y en contra, ha sido la última y costosa cacería del rey español  Juan Carlos, que salió a la luz pública, es decir a los medios de comunicación, a raíz de un accidente que le causó una fractura en la cadera al monarca de 74 años de edad.

La noticia tiene sus aristas filosas. Por siglos ha sido emblemático el gusto de los soberanos por la caza. Cierto. Sorprende, no obstante, conocer que éste Borbón es el presidente honorario de la sección española del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), que se opone a este tipo de cacería.

Es decir que el elefante puede pensar que… lo quiere.

Pero no es así, pues el soberano ha empleado 40 mil euros para oprimir el gatillo de la escopeta ..y dispara.

La polémica del accidentado viaje  del representante de la Casa Real, se entremezcla en los titulares del boom informativo que genera la situación económica de España, donde se multiplican los ajustes presupuestarios, el desempleo alcanza la cifra del 25 %, y es amenazado bienestar de los jubilados.

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