La colega Bárbara Suárez Ávalos
anuncio en Facebook que ya está en su sitio la estatua de la República, en el
monumento al Mayor General Ignacio Agramonte, en el centro histórico de
Camagüey. Fue dañada esta madrugada por un antisocial, el mismo que hace unas
semanas partió un sable del referido conjunto escultórico, símbolo de la identidad
camagüeyana. El infractor está detenido.
Este personajillo arrastracueros
ha olvidado acontecimientos elementales de la historia de medio milenio que
tiene esta localidad, hecha con la fuerza de las armas y sacrificios desde la
gesta independentista del yugo español,
hasta nuestros días de sociedad para todos.
Basta solo una frase: “Era como si por donde los hombres tienen
corazón tuviera él estrella” como
una de las múltiples maneras con las cuales el Héroe Nacional José Martí evoca la imagen de Ignacio Agramonte Loynaz,
uno de los principales jefes mambises de la Guerra de los Diez Años (1868 -
1878) para la independencia de la Cuba gobernaba por España con brazo de hierro ensangrentado.
Acciones de este tipo, vale
reflexionar sobre dos viejos oficio denigrantes que persisten en las sociedades de todo tipo desde
tiempos remotos de la Humanidad. En uno de ellos se comercializa el cuerpo y en
el otro se oferta el pensamiento al mejor postor. En la Cuba de hoy, muchos nos
apegamos a las deformaciones de la anfibología cuando los nombramos, a unas y
otros, jineteras y disidentes. Más acertada sería emplear palabras adecuadas
del diccionario: prostitutas y mercenarios.
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