Por José Gilberto Valdés
Cuba. 7:00 a.m. Primero de Mayo del 2013. Millones de personas de todas las edades se concentraban a esta hora en las quince principales plazas de las cabeceras provinciales. Trabajadores estatales y por cuenta propia, campesinos, estudiantes, amas de casa y jubilados se disponían a convertir en tribunas de ideas los desfiles por el Día Internacional de los Trabajadores.
Consignas y banderas respaldan el privilegio de conmemorar como hombres y mujeres libres la fecha proletaria. La jornada es plena de motivaciones. El 2013 es un año de trascendentales aniversarios como el 169 del natalicio de nuestro Héroe Nacional José Martí y el 60 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Hoy es la oportunidad de mostrar los primeros pasos en el perfeccionamiento de nuestro sistema social, a través de la eficiencia y empleo racional de los limitados recursos naturales, materiales y financieros, para lograr entre todos un socialismo próspero y sustentable, que satisfaga las necesidades actuales de los cubanos y las de las futuras generaciones.
El quinto mes del año comienza cuando se desarrolla en todo el país el proceso de fortalecimiento del movimiento sindical, previo a la celebración del vigésimo Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba.
La celebración del Primero de Mayo tendrá también la motivación especial del tributo al comandante de la revolución bolivariana Hugo Chávez y el reconocimiento a los indestructibles lazos de hermandad y cooperación entre Cuba y Venezuela, que trasciende a Latinoamérica y el resto del mundo. Pésele a quien le pese.
En el amanecer del Día Internacional de los trabajadores, proliferan los colores rojo --predominante por obvias razones-- junto a los blancos y azules en las vestimentas y banderas nacionales, y se multiplican la alegría y el entusiasmo de quienes acuden masivamente a respaldar a la Revolución, el Partido, a Fidel y Raúl.
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