Por estos días de celebraciones de los 503 años
de la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hay razones para
pensar en la herencia aborigen en nuestro vocabulario desde cuando Cristóbal
Colón quería que la gran isla se llamara Juana. La conquista española en modo
alguno pudo cambiar la denominación taína
de Cuba, que significa la “tierra grande, bien sembrada”.
“Canoa es una barca en que navegan, y son de ellas grandes y de ellas
pequeñas”. Esa fue la primera palabra autóctona que el
Almirante inscribió en su cuaderno de viaje el día 26 de octubre de 1492.
En las tierras descubiertas de nada sirvieron
los intérpretes en latín, griego, árabe, arameo y hasta tártaro, pues se
interpusieron numerosas islas y todo un continente en la supuesta ruta hacia
las prometedoras tierras Cipango (Japón) ni al Catai-Mangui (China).
La
historia de la población aborigen de Cuba, en los tiempos de la conquista
hispánica puede realizarse a partir de dos fuentes principales, tanto la
historia escrita (Fray Bartolomé de las Casas, Diego Velásquez y otros testigos
de la época) y la arqueología, las cuales ofrecen una importante información
acerca de los primeros pobladores del archipiélago cubano.
Los castellanos que llegaron a las Antillas,
desde el primer momento quizás por señas o dibujos, promovieron la mezcla de
los idiomas y dejo de ser tan materna la lengua española en los nuevos
territorios conquistados. Por necesidad, construyeron las primeras viviendas y
hasta iglesias con paredes de tabla o de yagua
y techo de guano que siguieron el
patrón de los bohíos, habilitados
con butacas. Además de emplear el catauro y jabucos tejidos de yarey.
En el entorno los colonizadores se
relacionaron con objetos y productos indígenas hamaca, bohío, tabaco, cacique,
tiburón, maraca, huracán, jején… Del ají, el Almirante dice que “es su pimienta”, aunque se suman otros alimentos como casabe, boniato, papaya, manatí, iguana, caimán, yuca… Aprendieron
hasta las curas con plantas medicinales.
Los camagüeyanos celebramos las tradicionales
fiestas del San Juan, con la elaboración de un caldo de carnes y viandas, que
nombramos con orgullo ajiaco, una
palabra originaria de los taínos, con similar receta culinaria.
En su andar con la villa principeña al hombro por
interior del territorio, en busca de buenas tierras y bienvenida de locales,
los colonos se establecieron
finalmente entre los ríos Tínima y
Hatibonico. La zona era conocida por el topónimo Camagueybax. No fue hasta el
año 1903 que el asentamiento original asume la variante de nombre indígena de
Camagüey.
Fue precisamente un camagüeyano, Don Felipe
Pichardo Moya (1892), abogado, periodista, profesor y poeta, uno de los más
destacados en el estudio de la historia de los aborígenes de Cuba.
"Nuestros orígenes -según sus palabras-
son también indios y no exclusivamente castellanos o negros, como se pretende
imponer".
El periodista camagüeyano Roberto Funes Funes destaca
que las tesis de Don Pichardo se confirman en los miles de vocablos indígenas
que enriquecieron definitivamente el Español de Cuba, que están al uso en
topónimos --casi en toda la Isla--, sustantivos, alimentos, etcétera… El exterminio
o el aniquilamiento, no fue tan radical al menos en el abundante préstamo del léxico indocubano al lenguaje cotidiano de
los tiempos actuales.
FUENTE
- El diccionario de Cristóbal Colón
- http://www.monografias.com/trabajos101/aborigenes-cubanos-y-su-aporte-cultura-cubana/aborigenes-cubanos-y-su-aporte-cultura-cubana.shtml#ixzz3se6Wkqm2
- El camagüeyano Felipe Pichardo Moya y su aporte al estudio de los indocubanos. Autor: Roberto Funes Funes (Tomado de Radio Cadena Agramonte)
- El español hablado en Cuba: préstamos vigentes, lexicogénesis y variación lingüística. Dalila Fernández, Universidad de La Rioja
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