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domingo, 19 de junio de 2016

El librito de Juan



Por José Gilberto Valdés
Cada padre, como manager del equipo de béisbol, tiene su “librito”. Quizás en tiempos actuales de la informatización tendría que escribir “tutoriales”. Cualquiera de ellos en sus individuales supera a una decena de capítulos de los variados textos del Buen Papá.

En particular, quiero hablar del Juan que hacia pinitos para estirar el modesto salario de obrero gráfico con el fin de titular a sus hijas como maestra y contadora - al igual que a una prima-, y convertir la casa de la calle San Esteban en punto de confluencia, para buenas y malas,  de la familia y de los vecinos.


 Yo, el varón y más pequeño consentido, esquivé sus aspiraciones de convertirme en educador  y, al final, apoyó que fuera periodista aun con su punto de vista de “un oficio de mucho trabajo y poca paga”.

Es difícil olvidarme de las enseñanzas  del viejo. No soportaba injusticias ni mentiras. La mano está para extenderla, sin sacar cuentas. Parco de palabras, genio de isleño, no bordeaba las piedras en el camino: seguía caminando. Si un ciclón derribó el viejo y frondoso tamarindo, pues lo cortamos con cuñas de hierro para hacer un horno de carbón.

Se preocupó  por que estudiara ortografía y mecanografía. La sonrisa en el polvoriento camino animó mis domingos en los campamentos de movilizados a la zafra. !Ahí me quedaba otra semana!

Mucho tiempo compartimos la ausencia involuntaria de mima y la diáspora de la familia. Por poco dominio  en el fogón, compartíamos en las tardes un almuerzo adicional del comedor de la imprenta. En la limpieza de la casa éramos más hábiles.

Cuando en la nueva familia que formé, fueron necesarias despedidas en el rumbo a lo incógnito de tierras africanas, el viejo me decía, simplemente, “pórtese bien” con su mano en el hombro, tal si el viaje fuera por cuestiones de trabajo a un lugar cercano o, cuando niño, a la escuela.

Juan tenía su librito. Yo tomé notas sobre la laboriosidad, la defensa de la familia, vencer la piedra en el camino… para ser buen papá. Como a él se me hincha el pecho de orgullo al escuchar “que buenos han salido tus hijos”. Funciona el tutorial.

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