Por Ernesto Pantaleón Medina
En los Estados Unidos están
algunas de las mejores clínicas y centros de investigación del mundo en el área
de las ciencias médicas, algo que resulta imposible negar, como tampoco puede
obviarse que son de los más adelantados en la producción de medicamentos.
Pero de ahí a que estos
recursos estén al servicio de todos los ciudadanos de ese país, existe una
distancia al parecer insalvable para los millones de personas con bajos
ingresos, quienes deben acudir a modestos hospitales donde se exige la tarjeta
que acredita el pago previo del correspondiente seguro… de gratuidades nada.
Hace algún tiempo, una investigación del Fondo Commonwealth, con sede
en Nueva York, afirmaba que la primera potencia mundial, cuna de las
oportunidades y defensora de los Derechos Humanos, muestra ¨ las experiencias
más negativas vinculadas al seguro de salud ¨.
A partir de un análisis de
los once países más ricos del mundo, la entidad refería que los norteamericanos
son las personas más propensas a no recibir atención médica, por su elevado
costo, y agregaba que aunque posean el seguro, éste no alcanza a pagar las
facturas de la asistencia.
Luego de la encuesta que
abarcó a unos 20 000 casos de Australia, Canadá, Francia, Suecia, Gran Bretaña
y otros seis países incluido EU, los investigadores concluyeron que uno de cada
tres ciudadanos adultos de esta nación ¨ no recibieron atención médica, no
vieron a un médico cuando estuvieron enfermos o no pudieron comprar los
medicamentos debido a su costo ¨, mientras uno de cada cinco tiene grandes
problemas para pagar la factura médica.
¿Y los derechos de esos seres
humanos, que demandan como una caridad algo que puede salvar sus vidas y que se
les cobra? ¿Cuál es la esperanza de un niño pobre que necesita un trasplante de
corazón u otra costosa operación
quirúrgica?
La respuesta que, sin
inmutarse, o quizás con un hipócrita rubor ofrecería el facultativo a cargo en el difícil trance,
pudiera ser ¨ nada puede hacerse, salvo
tener fe y esperar un milagro…¨
Mientras muy cerca, en medio
de carencias extremas fraguadas 90 millas al norte, una pequeña isla bloqueada
se esfuerza por mantener absolutamente gratuito, un sistema de salud que es
ejemplo en el mundo, y además, envía miles de médicos y enfermeras a salvar
vidas en todos los confines, donde no recaudan dólares, pero cosechan amor y
respeto.
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