Por José Gilberto Valdés
Hoy, en medio de un inusual frío
invernal, he observado con estimación a un grupo de hombres de diferentes edades
que sudaban la gota gorda, apenas sin herramientas, en la reparación de un
pequeño parque de la ciudad de Camagüey, en la región centro oriental de la
Isla. Me dirigía a hacer una visita
familiar cuando aprecié los bancos nuevos, imitación del mármol, y los recién instalados postes de atractivo diseño para
luminarias. Cada elemento transformaba la imagen del lugar, como ha ocurrido
por medio de decenas de obras grandes y de reducidas dimensiones que se llevan
a cabo en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, próxima a
cumplir los 500 años de fundada.
Justificada, sin duda alguna,
la indignación como hijo de este terruño, orgulloso de la cultura, laboriosidad
y patriotismo de su pueblo legendario, cuando leí el post “Los pintores de carteles” en el blog La cuchilla bajita. A
estos rastacueros ya José Martí se refirió en su frase “Los hombres van en
dos bandos: Los que aman y construyen, y los que odian y destruyen”.
Acerca de la referida entrevista a dos sujetos, descriptos por sus repulsivos aspectos
de vagabundo, quiero hacer un comentario a unos de los fragmentos:
Ustedes ¿qué son, opositores, tienen
un programa o algo así? Se miran como poniéndose de acuerdo y el más
gordito responde con cierto aire de jefe.- Opositores sí, eso somos, al
gobierno de los Castro. Somos del Frente, y queremos que haya otro gobierno.
Yuma –interrumpe el otro- Gobierno como el de la Yuma.
- ¿De qué frente me hablan, es una
organización?
El flaco asiente y me va a decir
pero el gordito le da en el brazo, luego me susurra achinando los ojos como
aire de conspirador. –Es una organización pero no podemos decir el nombre, tú
sabes. Lo de nosotros es pintar carteles, nos ganamos unos pesos con eso y en
cualquier momento nos avisan que podemos irnos para la Yuma.
Hace
un tiempo escribí en mi blog que los cubanos de buena fe con más de 60 años de
edad pueden apelar a la memoria de la campaña electoral que inundaba las calles
de carteles, paredes y hasta los contenes de las aceras de pocas vías
pavimentadas, con la propuesta de candidatos de partidos Conservador y Liberal,
u otras denominaciones. Puentes, caminos y escuelas, eran palabas claves en las
campañas.
¿Qué
se cumplía de esas promesas? Sabrán que en las desencajadas escuelas públicas -asistí
a una en esta ciudad- El primer día de clases entregaban un block de hojas con
rayas y un lápiz: nada más. Pude terminar la educación primaria gratis y llegar
hasta la universidad, gracias al triunfo de la Revolución hace 55 años.
Algunos
no aprovecharon estas oportunidades, pero han sido más aventajados en las
matemáticas, específicamente en los cálculos numéricos para el bolsillo, sin
esfuerzo o sacrificio alguno, que lamentablemente los conducen al
individualismo, al mal espíritu, al servilismo, al papel de marionetas de los gobiernos YUMAS que siempre han despreciado a los cubanos.
-Ustedes cobran
por poner carteles contra el gobierno, ¿si les pagaran por pintar las paredes y
borrar los carteles que harían?
El más flaco se da un trago y me
dice –Negro a mí me da igual, si vienen y me pagan, pinto yo mismo toas las
casas, lo mío es ganarme unos baros lo demás se los dejo a los políticos. Me
pagan pinto carteles, me pagan los borro. –Moja las últimas palabras con un
trago de la mezcla alcohólica. Y ahí los dejo rumiando sus miserias. La
calle está llena de personas trabajando en las obras de restauración de la
ciudad. Mientras camino me pregunto ¿cómo puede un ser humano degradarse así,
en medio de tanta actividad creadora, de tanta oportunidad para crecer?
Quienes
vivieron los avatares de aquella república anterior a 1959, quienes pueden
consultar referencias en nuestra Historia, en modo alguno prefieren al
multipartidismo que conduciría a la pobreza espiritual y material. Prefieren ser
protagonistas junto a los hombres y mujeres que con el trabajo de sus manos
aman y construyen.
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