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lunes, 12 de julio de 2010

¡Picaaa... gallooo...!

Como un caguairán, uno de los árboles más fuertes de la Sierra Maestra. Espigado, vigoroso, como un gallo de pelea, con las plumas brillantes que es salud, según opinaba un viejo gallero de la familia, con largas y afiladas espuelas para enfrentar al enemigo.
Son las imágenes que se agolparon en la mente cuando escuché por la emisora Radio Reloj la noticia, poco después de las seis de la mañana: Fidel en la Mesa Redonda Especial, por radio y televisión cubanas, para aquí y para el mundo.
Tras la sorpresa en el hábito de ser madrugador, pasé la mañana y la tarde indagando sobre el tema. Pude encontrar poco más del anuncio de que reaparecería en la pequeña pantalla para argumentar, de primera mano, los peligrosos acontecimientos que tienen lugar en el Oriente Medio.
Sin embargo, a este acontecimiento que ocurrirá dentro de unos minutos -escribo estas líneas a las 5 y 15 p.m. hora local – le han antecedido varias “Reflexiones del compañero Fidel” que han alertado al mundo acerca de la carrera hacia un conflicto bélico de imprevisibles resultados.
También, hace unos días, tuve la oportunidad de leer un artículo del colega Ernesto Pantaleón, titulado “El lujo de otra guerra”. De ese material periodístico me apropio, con la adecuada consulta ética, de unos párrafos para invitarlos a pensar sobre los peligros pasos que da un estado aspirante a gendarme mundial.
Una comentarista radial norteamericana resumía su trabajo periodístico de la siguiente manera: “No podemos permitirnos el lujo de una nueva guerra”, y señalaba que en lugar de financiar campañas bélicas debían destinarse fondos a “apuntalar nuestras calles, nuestras escuelas, nuestras ciudades…”
Y no es para menos: los gobiernos más guerreristas del orbe, si contamos las últimas administraciones yanquis, han invertido y siguen invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en los conflictos con Irak y Afganistán, y ahora Obama se apresta a iniciar una escalada militar en Irán.
Mientras… los estadounidenses sufren recortes en los presupuestos de asistencia social, aumentan los impuestos, se cierran fuentes de empleo y se pierden más hijos, hermanos, esposos o padres, muertos por acciones de la resistencia en las naciones ocupadas.
Se extienden por años los enfrentamientos y no se vislumbra salida, al menos una salida airosa para los “chicos del tío Sam”.
No esta lejos de la reciente reflexión del compañero Fidel, (Julio 11 de 2010
8 y 14 p.m.)
“Hoy todo pende de un tenue hilo.
Mi propósito principal fue advertir a la opinión pública internacional de lo que estaba ocurriendo.
Lo he logrado en parte observando lo que sucedía, como dirigente político que fui durante largos años enfrentando al imperio, sus bloqueos y sus incalificables crímenes. Más, no lo hago por venganza.
No vacilo en correr los riesgos de comprometer mi modesta autoridad moral.
Seguiré escribiendo Reflexiones sobre el tema. Serán varias más después de esta para seguir profundizando en julio y agosto, salvo que ocurra algún incidente que ponga a funcionar las mortíferas armas que hoy se apuntan unas a otras.”
Cuando se acerca el momento de la mesa redonda, rememoro la exclamación del viejo gallero de la familia, con el rostro enrojecido, las venas hinchadas, y fuerza en las palabras:
¡Picaaaa gallooooo¡

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