Por José Gilberto Valdés
Hace 150 años, los
principales jefes de los grupos de orientales, camagüeyanos y
villaclareños, levantados en armas
contra la colonia española, marchaban por zonas liberadas o evitaban el
contacto directo con las fuerzas ibéricas hacia el poblado de Guáimaro, en
manos mambisas desde el 4 de noviembre de 1868, menos de un mes del inicio de
la guerra independentista.
La historiadora Mary Cruz
señala que sólo en Camagüey se hallaban los españoles a la defensiva. En
Oriente, los revolucionarios sufrían los ataques de las fuerzas al mando del
Conde de Valmaseda, mientras en el occidente los voluntarios al servicio de las
autoridades de España se dedicaban al horrendo vandalismo.
La convención
constituyente apenas siete meses de iniciada la lucha independentista, debía
enfrentar la creciente de la contraofensiva de Valmaseda quien proclama:
«Todo hombre desde la
edad de 15 años que se encuentre fuera de su finca, como no acredite un motivo
justificado para haberlo hecho, será pasado por las armas (…) Todo caserío
donde no ondee un lienzo blanco, en forma de bandera, para acreditar que sus
dueños desean la paz, será reducido a cenizas.»
No obstante Guáimaro,
como en una fiesta, vio desfilar a los héroes. Carlos Manuel de Céspedes,
iniciador de la lucha, arribó a la
localidad con 300 de sus hombres.
Mary Cruz, en la biografía de Agramonte,
señala que el mambí camagüeyano entró con su traje dril crudo y corbata de
lazo, vestimenta encargada días antes a su esposa Amalia Simoni, quien había salido de Puerto Príncipe hacia la
región liberada de Sibanicú, en la numerosísima comitiva estaban presentes,
entre otros, Antonio Zambrana, el Márquez de Santa Lucía Salvador Cisneros
Betancourt, y su primo Eduardo Agramonte.
Después llegaron Miguel
Jerónimo Gutiérrez, Eduardo Machado. Honorato del Castillo y otros
representantes de Las Villas que habían hecho el camino a marchas muy forzadas
y a bala viva.
Ignacio Agramonte asistía
al encuentro de los principales líderes revolucionarios con la concepción de
organizar instituciones republicanas. En sentido opuesto, estaban las
atribuciones asumidas por Carlos Manuel de Céspedes al iniciar la lucha.
La firma de la primera
Constitución de la República en Armas en el pueblo libre de Guáimaro constituye
un legado histórico que enorgullece a los camagüeyanos, pues se definió la
organización de la contienda libertadora, pues en los campos de Cuba Libre dos
gobiernos y dos banderas distintas. Por encima de las indiferencias que lastraban
el movimiento revolucionario en esta
convención prevalecía la idea de la unidad en la formación de la nacionalidad
cubana
La destacada profesora e
investigadora camagüeyana Elda Cento Gómez apunta que la redacción de la Carta
Magna estuvo a cargo de Ignacio Agramonte y Antonio Zambrana. «Este documento
fue el primero de su tipo discutido, aprobado y promulgado en los campos de
Cuba Libre, y en él, siguiendo las líneas de las constituciones del siglo XIX,
se estableció la división tripartita de poderes con un Ejecutivo —el Presidente
de la República—; un Legislativo —la Cámara de Representantes— y un Judicial,
independiente de los anteriores.»
Entre los aspectos más
significativos de sus veintinueve artículos, se encontraba la declaración de
que todos los habitantes de la República eran libres, con lo cual dejaba
oficialmente extinguida la esclavitud en
los territorios dominados por las fuerzas insurrectas. Fuimos también así el
último país del hemisferio donde se suprimió oficialmente este funesto dominio
de los hombres por el hombre.
«Una vez constituida la
Cámara --destaca Elda Cento (Premio Nacional de Historia en 2015)-se eligió
como su presidente a Salvador Cisneros Betancourt y como sus secretarios a
Ignacio Agramonte y Antonio Zambrana. Le siguió la designación de Carlos Manuel
de Céspedes como Presidente de la República; y de Manuel de Quesada Loynaz como
General en Jefe del Ejército. También fueron creadas cuatro Secretarías de
Gobierno: Guerra, Hacienda, Interior y Relaciones Exteriores, designándose para
ellas a Francisco Vicente Aguilera, Eligio Izaguirre, Eduardo Agramonte Piña y
Cristóbal Mendoza, respectivamente.»
El camino hacia la
independencia se tornó tortuoso. No funcionaron adecuadamente las instituciones
republicanas; surgieron discrepancias entre os poderes Ejecutivo y Legislativo;
no se pudieron conciliar los criterios en el transcurso de los diez años de
lucha: más influyeron la división y la intriga, que las armas españolas.
En su discurso por el
centenario de la caía de El Mayor Ignacio Agramonte, el Comandante en Jefe
Fidel Castro significaba que « pese a la
pureza de principios, el patriotismo y la honradez de los cubanos, aquellas
instituciones no marcharon, y en aquellas circunstancias no pudieron marchar
tal como ellos las habían concebido, tal como ellos las habían idealizado».
Fuentes:
El Mayor. Cruz, Mary. Ediciones Contemporáneas UNEAC,
1972
El Camagüey, cuna del
constitucionalismo independentista. Cento Gómez, Elda. http://www.adelante.cu/index.php/es/historia-incio/sucesos-submenu/13972-el-camagueey-cuna-del-constitucionalismo-independentista
Discurso con motivo del
centenario de la caída en combate del mayor general Ignacio Agramonte. Castro
Ruz, Fidel. 11 de mayo de 1973.
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