Los primeros pasos de mi hija
Bárbara
siguen mis huellas en ADELANTE.
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Un largo viaje de más de 16 mil 400 días en una profesión comenzó “con el primer paso…” como sentencia el proverbio chino. En los días finales de noviembre de 1970 arribé a la redacción del periódico ADELANTE, entonces radicado en Príncipe número 19, con la pretensión de ser periodista, sin mediar título alguno.
El entonces subdirector Armando Boudet prestó atención a mis argumentos para buscar trabajo, avalados sólo por el recién cumplido Servicio Militar Obligatorio y los estudios sin culminar el tercer año en el Instituto Tecnológico de la Caña “Álvaro Barba Machado”.
Fui aceptado en esa escuela de profesionales y revolucionarios, en fin una gran familia. Prácticamente empecé desde cero en un quehacer, que hoy tengo el gusto de acumular 45 años, pero en la incesante indagación de respuestas para nuevas preguntas.
Mis primeras tareas fueron como auxiliar de redacción en el turno de noche, a lo cual debo el hábito de escribir, preferiblemente, en horas avanzadas del día. Viene a la mente el ABC de la noticia enseñado con la peculiar manera de Juan Luis Serpa, quien junto a Roberto Funes eran la punta de lanza en el humor y las bromas.
También recuerdo aquellas cuartillas creídas bien escritas, pero devueltas con una tela de araña de flechas y palabras, junto al alboroto del corrector de estilo “La Hormiga Loca” Domínguez. No crean, tuve mis desquites, pues una ocasión le entregué para revisar un trabajo que al final había puesto entre seis u ocho comas. “Y esto para qué”, me dijo, y al momento respondí: “nada viejo… es por si faltan algunas al material”.
La primera noticia fue de la zafra, un tema junto a la agricultura atendido posteriormente durante muchos años, junto al fotógrafo Durán, aunque debo confesar que llegar a la condición de reportero en la calle, no fue fácil… hasta que “Paco” Varona, ya fallecido, me encargó la sección de tránsito, un peldaño por el cual otros compañeros habían ascendido.
En la primera década de labor en ADELANTE, siento el placer de haber sido testigo y protagonista de la efervescencia de superación cultural, desde la improvisada aula con profesores de buena voluntad de español, geografía y otras asignaturas, hasta los cursos de nivelación escolar y la carrera de periodismo por encuentros promovida por la Unión de Periodistas de Cuba, en la Universidad de Oriente y la filial creada en la de Camagüey. Yo paralelamente culminé los estudios de idioma inglés.
A la par arribaron los primeros graduados de la Universidad de la Habana, Jorge Betancourt y Margarita Polo, además de Adelina Vázquez y Senel Paz, quienes durante su servicio social compartieron sus conocimientos en la redacción del primer periódico fundado por la Revolución.
En mi caso, los estudios se extendieron un poco, por las pausas como combatiente internacionalista en Angola 1976 y Etiopía 1978.
Cuando nos mudamos para la gran sede en Avenida Jayamá, a mediados de los 80, desempeñé varias responsabilidades, hasta que el afán por el diarismo en la noticia, entre otras causas, me hizo enrumbar el camino hacia Televisión Camagüey en los inicios del Periodo Especial, luego de contribuir en los proyectos de tres ediciones cada siete días, y luego un semanario, según menguaban los recursos para la tirada del periódico, que ascendió a 50 mil ejemplares y tenía una gran demanda en la población
Mis colegas actuales manifiestan en ocasiones que no he despegado el pie izquierdo del periódico. No es mi culpa, sino de los “viejos” , que compartíamos aquellas máquinas de escribir UNDERWOOD , y los “nuevos” , de las computadoras y era digital. Ellos siempre me atraen con propuestas para jurados, invitaciones a compartir tareas…Y entonces retorno.
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