Por José Gilberto Valdés
Por tal razón, entre las preferencias personales está el
beso diferente al despertar en los últimos cuarenta amaneceres del 14 de
febrero. Sólo compartido entre nosotros, tocamos a más.
Cierto que en tus cálculos, contadora al fin, pueden existir
ocasiones de ausencia justificada por troques de mi profesión en un sentido de
la vida que has compartido a dos manos, aunque en la distancia presentía a tu
corazón afligido por cosas grandes o sencillas en esos momentos. Te confieso
que sentía lo mismo.
En las buenas y las malas, no puedes negar tu paciencia con
mi carácter extrovertido, las sutiles maniobras de concordancia, y el
optimismo hasta la médula que te arrastró hasta la aventura de un viaje con
mochila y dos pequeños agregados. Todo nos salió bien.
¿Sabes lo que más aprecio de ti?: la facilidad con la que
tiras por la borda mis simulacros de comportamiento huraño, con o sin motivo y la
desarmonía.
Yo también tengo mi táctica, aprehendida en las
lecturas de un “amigo” común, Benedetti,
el uruguayo:
“…mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible”
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