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domingo, 29 de diciembre de 2013

CUBA, MEMORIAS DEL 1958

Por José Gilberto Valdés Diciembre 1958. En el último mes del año, el ambiente pueblerino de Camagüey está en tensión, como acontecía en otras localidades cubanas. Se avivaba la llama revolucionaria con los combatientes rebeldes en los lomeríos de la isla y los milicianos clandestinos del llano. El tirano Fulgencio Batista cede cada día más espacio, mientras propina golpes de fiera herida. Con la inocencia de la niñez, José y Elia trataban en ese tiempo de asimilar el entorno de sus familias, matizado por los pensamientos oscilantes en la efímera festividad de fin de año, el suspendido viaje a las fincas de los familiares y las preocupaciones por la realidad del país. La censura de prensa impedía conocer los hechos tal la historia verdadera, pero no las noticias que corrían de boca en boca y también transmitía la emisora de radio (Radio Rebelde) que las personas mayores escuchaban con el volumen bajo en la cocina. Hasta los juegos en la calle habían cambiado, pues pocos querían roles de policías y daban una extraña connotación a los bandidos, en tanto los horarios nocturnos se habían restringido. De vez en cuando, una voz autoritaria nos enviaba dentro de las casas. Rápido. Con el pasar del tiempo, y al cabo de 55 años el niño y la niña vuelven a rememorar sus vivencias y la cotejan con los hechos reales: La tía que recogió alarmada a todos los primos en las escuelas y los llevó para su casa. Ella trabajaba en el hospital, donde llegaron los heridos del asalto al carro de la policía, ocurrido en las cercanías, para rescatar a unos revolucionarios. Aquel 16 septiembre 1958 se reconoce como una de las más efectivas del Movimiento 26 de Julio. Los rumores que traían la gente de campo a la ciudad, sobre las guardarrayas enlodadas llenas de huellas del paso de muchas personas, las cercas cortadas, el ir y venir de aviones, el hormiguero de “casquitos” -apelativo dado a los soldados de la tiranía batistiana—y los combates. Tales hechos se asocian al paso hacia el occidente de la Isla de las columnas rebeldes comandadas por Camilo Cienfuegos y Ernesto “Che” Guevara y las que tenían la misión de actuar en la centro oriental provincia de Camagüey. Había fracasado la campaña de verano el ejército gubernamental en la Sierra Maestra denominado Plan FF (Fase Final o Fin de Fidel Castro). Mientras el país se desangraba, el 3 de noviembre de 1958, Fulgencio Batista convoca elecciones presidenciales. La farsa electoral tuvo una abstención extraordinaria. Aquellos niños aun guardan celosamente las células electorales de sus padres. A ellos en absoluto les interesaban si era Rivero Agüero o cualquier otro perro con el mismo collar. La mayoría del pueblo pensaba así, independientemente de la amañada fanfarria electoral en la televisión, la radio y prensa escrita los postes llenos de pasquines y hasta la propaganda escrita en los contenes de las aceras y paredes. Los días finales de diciembre, los novios de las hermanas de José se quedaban a dormir en la sala. Doña Isabel había sido convincente. La “cosa” no estaba para que los jóvenes anduvieran por las desoladas calles de la ciudad. Elia recodaba al tío, que aunque no hubo cena especial de fin de año, como era habitual recorrió las casas de los vecinos brindando con una botella de sidra, pero esta vez “por un nuevo año sin Batista”. Todos sonreían la ocurrencia…y la secundaban. El primero de enero se confirmaba, en medio de una efervescencia popular, la huida del tirano Batista. El dos, se inicia la huelga general revolucionaria convocada por Fidel. En las horas subsiguientes comenzaron a aparecer en la ciudad los “barbudos” modestos, humildes que respondían a los saludos de la gente de todas las edades, quienes querían colmarlos de atenciones. Se había apagado el tiroteo contra los batistianos refugiados en el hospital en construcción (Hoy Hospital Universitario “Manuel Ascunce Domenech). Contagiosa la alegría al amanecer del dia 4, cuando recorre las principales calles de la ciudad la Caravana de la Libertad y luego, en horas de la noche, el trascendental discurso del Comandante en Jefe del Ejército Rebelde, frente a una multitud congregada en la Plaza de la Caridad.

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