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martes, 24 de octubre de 2017

MISILES DE DIGNIDAD



Por José Gilberto Valdés

Fotos de archivo y Rosa Blanco Ramos

En los primeros años de la Revolución,  el quehacer  provinciano de la ciudad de Camagüey por momentos era trastocado, a causa del inusual ir y venir de los milicianos en los barrios.
  
Una de las razones de las ausencias temporales era de quienes marchaban movilizados a “un lugar de Cuba”; otras eran de los “barbudos”, cargados con distintivos collares de semillas, que retornaban de la lucha contra bandidos en las zonas montañosas.

Dos grandes atrincheramientos populares habían precedido a octubre de 1962 en la Isla: el primero cuando el cambio de mandato presidencial en los Estados Unidos  -- Dwight D. Eisenhower por John F. Kennedy —y , después,  en abril del 61 para la derrota de la invasión mercenaria por Girón y poner  bajo ojo a la “gusanera” (reacción interna).


En la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, indudablemente,  poco se conocía de la presencia de 43 mil militares soviéticos y armamento terrestre, aéreo y naval de todo tipo, incluido cohetes balísticos y nucleares,  desde hacía meses en la Isla, como parte de la denominada Operación Anadyr. Ocasionalmente,  podrían verse jóvenes rubios de piel muy blanca recorriendo el Casino Campestre, el mayor parque urbano del país, y en el aledaño reparto Garrido, donde era una novedad “ir a ver a los rusos”.


El 22 de octubre de l962, la ciudad, en fin,  el archipiélago cubano de punta cabo, se estremece por la vorágine de alrededor de 300 mil milicianos y milicianas, combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, marchaban hacia sus puestos de combate.


Adelantándose tres horas a las declaraciones de Kennedy sobre  la amenaza militar, Cuba llamó ¡A las armas!. El periódico de circulación nacional “Revolución” publicó un gran titular LA NACIÓN EN PIE DE GUERRA, con la foto de Fidel. Entre el 22 y el 28 de octubre  el pueblo y el mundo están a las expectativas de los detalles en las intervenciones del Comandante en Jefe en emisoras de televisión y la radio, al igual que en la prensa escrita.


Fueron momentos de gran tensión para la humanidad al borde del holocausto nuclear, definido en la historia como la “Crisis de Octubre” y también como “Crisis de los Misiles”.

Muchos años después, en una amplia edificación de dos pisos del reparto Garrido, en la ciudad de Camagüey, se colocó una tarja que rememora la existencia del Puesto de Mando de la DAAFAR (Defensa Antiaérea de las Fuerzas Armadas Revolucionarias) Oriental de las tropas internacionalistas soviéticas, bajo el mando del coronel Boronko G. A., durante la crisis de de octubre de 1962. Allí funciona actualmente  la escuela “Nguyen Van Troi”.


Del otro lado del mar, el presidente norteamericano John F. Kennedy, a propuesta de sus asesores,  había anunciado el bloqueo naval a la Isla, con la posibilidad de una invasión militar a gran escala,  y exigía el retiro de los cohetes soviéticos instalados en el territorio cubano, los cuales habían sido detectados por los servicios de inteligencia estadounidenses.


Lo que no pudieron calcular los señores de la guerra fue la reacción de un pueblo, sereno e intransigente, dispuesto a jugársela el todo por el todo ante un evidente ataque de los Estados Unidos.


Los acontecimientos dieron un giro, al sentarse en la mesa de negociaciones los soviéticos, por iniciativa de Nikita Jruschov, y los norteamericanos. Sin contar con Cuba firmaron acuerdos. La dirección cubana se indignó.


En la conferencia de La Habana en octubre de 2002, al tocar el tema del retiro inconsulto de los misiles vimos a Fidel Castro volver a indignarse a medida que hablaba:

Lo que yo vi era lo más parecido a una capitulación. ¡Han cedido! El 26 de octubre enviaron el primer mensaje, medio dulzón, al gobierno de Washington. ¡Actuaban en forma precipitada!. ¡En esas circunstancias hay que mantener los nervios, y los nervios se perdieron, cuando se aceptan las exigencias a cambio de una promesa! [...] Cuando vi el acuerdo, vi un retroceso sin freno. Pedimos que quedara algo simbólico, una unidad al menos: si no se llevaban todo, hasta el último soldado. Esperábamos que nos dejaran todo lo que no fueran armas nucleares. [...] ¡Se había producido un retroceso total! Nosotros no creíamos en una garantía de palabra. Pero lo que más nos ofendía era el tipo de acuerdo y la forma en que lo hicieron. ¡Era ridículo! ¡Garantía con ataques piratas, con bloqueo, con planes de asesinato, con base naval en nuestro territorio! ¡La base naval de Guantánamo está por la fuerza! Y jamás hemos hecho un acto hostil contra esa base, que es una provocación. [...] Hubo errores políticos y debilitamiento moral....



En los cincuenta y cinco años  posteriores a esos trascendentales acontecimientos, los cubanos no han dejado de desplegar un enorme esfuerzo político, patriótico, soberano y revolucionario. No tembló en los heroicos días de Octubre de 1962, ni en ningún otro momento después…ni lo hará, pues disponemos de misiles de dignidad


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