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martes, 23 de diciembre de 2014

Ignacio Agramonte: como la luz que dan los astros



Por José Gilberto Valdés

“Era como si por donde los hombres tienen corazón tuviera él estrella” Esta es una de las mútiples maneras con las cuales el Héroe Nacional José Martí  evoca la imagen de Ignacio Agramonte Loynaz, uno de los principales jefes mambises de la Guerra de los Diez Años (1868 - 1878) para la independencia de la Cuba gobernaba por  España con brazo de hierro ensangrentado.

En modo alguno, el adolescente Martí, residente en La Habana por esos años, pudo tener vivencias personales acerca de Agramonte quien alcanzó en los sabanas de Camagüey --en la región oriental de la Isla-- los grados de Mayor General, sin embargo siguió paso a paso las huellas del héroe junto a otros mambises (insurrectos) notables de la gesta independentista.
Por esa razón, pudo la pluma martiana describir al valiente camagüeyano, criollo de pura ley, de la siguiente manera: "Por su modestia parecía orgulloso; la frente, en que el cabello negro encajaba como en un casco, era de seda, blanca y tersa, como para que la besase la gloria; oía más que hablaba, aunque tenía la única elocuencia estimable, que es la que arranca de la limpieza del corazón; se sonrojaba cuando le ponderaban su mérito; se le humedecían los ojos cuando pensaba en el heroísmo, o cuando sabía de una desventura; o cuando el amor le besaba la mano…"
Como 23 de diciembre, los cubanos tenemos un momento de reflexión en torno a la vida del insigne patriota nacido en esa fecha del año 1841 en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, quien dejó a un lado la desahogada vida de una familia pudiente para colocarse al lado  de los hombres y mujeres que emprendieron la marcha por el  tortuoso camino en la formación de la nacionalidad cubana.
Agramonte participó activamente en los preparativos del movimiento insurreccional que tuvo su punto de partida el 10 de octubre de 1868, cuando el bayamés Carlos Manuel de Céspedes cambia la marcha de nuestra historia.
 Así, con 27 años de edad se incorpora a la lucha armada. Memorable la enérgica actitud sostenida en noviembre frente a un grupo de vacilantes: “¡Acaben de una vez los cabildeos, las torpes dilaciones, las demandas que humillan: Cuba no tiene más camino que conquistar su redención, arrancándosela a España por la fuerza de las armas!”.
Durante su presencia en el campo insurrecto demostró dotes de dirigente politico y jefe militar con una consecusión de páginas de demostrada valentía e inteligencia en la formación de la caballería mambisa, cuyas cargas eran el terror de las tropas españolas; su huella en la primera constitución de la República en Armas (1869);  su respeto por Céspedes, pese a las diferencias; el eterno amor por su Amalia (Amalia Simoni) en medio del fragor de la lucha; y el arriesgado rescate de Julio Sanguily , cuando al frente de una treintena de jinetes atacó a una columna española, casi cuatro veces superior en efectivos.
El 11 de mayo de 1871, el Mayor General Ignacio Agramonte cae en combate contra fuerzas españolas en el portero de Jimaguayú. Su cadáver quedó en manos del enemigo y fue trasladado a Puerto Príncipe, la actual ciudad de Camagüey.
Con el pasar de los años, la imagen de este preclaro luchador independentista no languidece,  educa a las nuevas generaciones de cubanos, pues, como escribiera Martí, “Su luz era así, como la que dan los astros…”

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